No existe un pueblo que no sea festivo, si eso sucedería seguramente que pintaría de gris; pues tanto en la opulencia como en la miseria el ser humano celebra, conmemora, canta y baila sus alegrías y sus tristezas.
Tal vez se a la religión el dispositivo más importante, el mayor motivador de fastos, pues el término no religioso; pero fiesta es también alegría y regocijo, recreo y espectáculo.
Tan importantes son las fiestas en nuestras comunidades, que incluso se festeja hasta la muerte quizá con un dejo de nostalgia y de dolor, pero siempre como parte de una costumbre que se vuelve protocolo y participación. Al paso del tiempo y en el marco de una calendárica repetición, las fiestas se describen oralmente y poco a poco van tomando el carácter de tradición, pues está, la tradición, enlaza lo pasado con lo presente, de la misma manera que los hechos pueden llegar a adquirir tal significado.
Las fiestas y la tradiciones de Oaxaca nos retratan, nos distinguen y por si esto no fuera suficiente, nos dan felicidad.
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Texto extraído del Título: Oaxaca Espacios Culturales.
Autor: Guillermo García Manzano
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